Entendemos por Dificultades de Aprendizaje o DA a un grupo heterogéneo de trastornos manifestado por dificultades significativas en la adquisición y uso de la capacidad de entender, hablar, leer, escribir o razonar, así como la dificultad para el aprendizaje de las matemáticas.
¿Tiene mi hijo dificultades de aprendizaje?
Las neurociencias nos han dejado claro que toda conducta es el resultado de la interacción de tres dimensiones: la órganica, la psicológica y la social, y cada una de ellas tendrá distinto peso e influencia sobre las demás, dando como resultado las personas únicas que somos.
Cada individuo bio-psico-social presenta unas características basadas en su genética, en sus aprendizajes y experiencias a lo largo de la vida y son las responsables del individuo que llegamos a ser.
La niñez y la adolescencia son etapas cruciales donde los cambios en estas tres dimensiones son más evidentes. En esta etapa, como seres únicos en formación que pasamos por diferentes fases del desarrollo, la vulnerabilidad a los daños emocionales es mayor, en especial cuando los adultos que formamos parte del círculo del niño (padres, abuelos, profesores, vecinos, etc.) desconocemos las necesidades afectivas de ese momento, es decir, de cada etapa del desarrollo del niño, y las consecuencias de la forma en que nos relacionamos e interactuamos con él.
Dicha vulnerabilidad emocional es mayor incluso en niños que presentan algún tipo de dificultad de aprendizaje o de conducta, o ambas. Éstas se ponen en evidencia en el entorno familiar, en la escuela o en sus ámbitos sociales, como puede ser en el parque interactuando con otros niños.
Según la etiología de la dificultad, es decir, el conjunto de las causas que la provocan, tendrá mayor o menor peso cada una de las dimensiones antes mencionadas (bio-psico-social) y esto determinará la intervención necesaria sobre dichas dimensiones de forma individualizada, ya que cada niño es un ser único.
La detección de las DA
Si las dificultades de aprendizaje no resultan muy evidentes en los primeros años de vida y no es la propia pediatra del niño la que nos pone en alerta sobre alguna de ellas, la mayor parte de las veces será en la etapa escolar cuando profesores y orientadores nos avisarán de que algo no va bien, ya que son los que tienen la mayor capacidad de comparar con el grupo normativo, es decir, con el resto de los niños.
La mayoría de las dificultades que refieren los profesores son las relativas a la escritura/lectura, problemas de razonamiento y cálculo, problemas de atención o dificultad en general para rendir al ritmo de sus compañeros. Estos problemas se manifiestan en los niños a través de una amplia gama de comportamientos disfuncionales y alteraciones cognitivas que pueden corresponder a lo que llamamos Trastornos Específicos del Aprendizaje y que suponen una verdadera disfunción en el aspecto bio-psico-social del niño.

Entre otras alteraciones neurológicas más graves, como pueden ser un trastorno genético o una discapacidad intelectual, encontramos una diversidad de problemas que en su mayoría suelen ser trastornos del lenguaje, trastorno del espectro autista y Trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad, entre otros.
¿Qué hacemos ante un niño que presenta alguna dificultad de aprendizaje?
Volviendo al ámbito educativo, las principales alteraciones que encontramos son las Dificultades de Aprendizaje(DA) y la Sobredotación (Altas capacidades), siendo las más destacables la Dislexia del desarrollo, el Trastorno de la expresión escrita, la discalculia (dificultad en el aprendizaje de las matemáticas) y el Trastorno del aprendizaje no verbal, sin olvidarnos de los niños superdotados.

Teniendo en cuenta la gran comorbilidad entre ellos con otras alteraciones, esto es, la coexistencia en un mismo individuo de 2 o más dolencias generalmente relacionadas, se pone de manifiesto la importancia de un diagnóstico temprano a fin de implementar las mejores estrategias de intervención.
Muchas de las características de las DA son evolutivas y se irán solucionando por sí mismas a lo largo del desarrollo del niño, pero la falta de intervención temprana puede provocar alteraciones emocionales que no se solucionarán de la misma forma.
La intervención sobre las DA debe ser a nivel bio-psico-social, es decir, debemos trabajar sobre las tres dimensiones en las que un niño se desenvuelve, incidiendo sobre los aspectos cognitivos, conductuales y sobre todo emocionales, así como sobre los diferentes ambientes en los que el niño vive, principalmente el familiar y el escolar. Debemos crear ambientes emocionalmente seguros en los que los niños puedan desarrollarse, rodeados de adultos que les provean de los recursos afectivos necesarios para lograr un estado armonioso que les ayude a superar las propias dificultades.
Os invitamos a que leais nuestra entrada del blog de la semana que viene, donde seguiremos hablando de las dificultades de aprendizaje y los beneficios de la disciplina positiva en este tipo de alteraciones.
Miguel Pérez Illodo
Neuropsicólogo educativo y director del centro Thálamus
Y como no, os emplazo a que nos acompañéis cada semana en nuestras próximas entradas del blog, donde seguiremos hablando sobre desarrollo infantil, crianza, aprendizaje y neuropsicología y cómo aplicarlo a tu vida familiar y personal.
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